Por Rolando Gallego @rolandogallego
El realizador Juan Pablo Ríos se mete en su familia como nadie lo podría hacer para que su segundo largometraje “El retorno” (Colombia, 2015) hable de su una gesta silenciosa en la que el “no te metas” funcionaba como anclaje.
De algo ominoso que el percibía en algunos comentarios, pudo obtener la esencia para lograr que su madre y hermanas regresasen a su pueblo, Marulanda, luego de mucho tiempo.
Ríos deja la cámara para largas charlas con cada una de las protagonistas y que pese a tener un dolor inmenso por la muerte de su padre y uno de los tíos se abren por la cercanía del vínculo que él tiene con ellas.
Luego el filme avanza en el retorno al lugar, un pequeño vehículo repleto de familiares en plan viaje de estudiantes que en realidad buscan cerrar sus heridas.
La delgada línea entre ficción y documental se tuerce una vez más, así nunca sabremos qué es lo que realmente pertenece a una y qué lo que pertenece a la otra.
Ríos se personaliza y es también protagonista, aunque el actor cuasi excluyente será la cámara, que camina y acompaña a cada una de las cinco mujeres que regresan y recuerdan su dura infancia.
Otra parte del filme habla de aquella que nunca se fue del lugar, quien enferma, asiste al médico o realiza las mismas tareas hace años en el mismo lugar en donde la dejaron.
De un exilio escogido dentro del mismo país, de la quietud e inercia sobre las cosas y personas para sanar.
De todo esto habla “El retorno”, y, principalmente de una verdad oculta durante muchos años que intenta salir a la superficie.
País: Colombia
Año: 2015
Director: Juan Pablo Ríos
Duración: 76 minutos
Género: Documental