Entrevistas

Lorena Giachino

mayo 11, 2018

“La magia del documental hizo que el trabajo de tantos años se convirtiera en una mejor historia”

Por Rolando Gallego @rolandogallego

La directora de la recientemente estrenada “La Directiva” (2018), que refleja el estado de la Federación Amateurs de Árbitros de Chile, en diálogo exclusivo con Cinemaboutique reveló detalles del proyecto que, además, pasó hace unos días por el 20 BAFICI, Festival de Cine Independiente de Buenos Aires.

“Contamos con un equipo de trabajo pequeñito, pero que trabaja tenazmente, de manera muy comprometida, sin nada a cambio más que su convicción. En eso nos parecemos mucho a los dirigentes de los árbitros amateur.”, afirma.

– ¿Cómo llegas a la Federación?

Por casualidad. Siempre estoy buscando historias que expresen temas que me van inquietando. Unas veces está más claro que otras. En ese momento investigaba la relación que tienen los árbitros amateur con el poder, con la aplicación de las reglas, del orden y de la disciplina. Y al llegar a esta sede, al conocerlos como dirigentes vi una oportunidad de expresar con humor, con ironía y con emotividad un tema que me interesa y que tiene que ver con el trabajo colectivo, sin sacadas de cuentas personales; una organización pequeña como existen muchas que también son invisibles. Eso se cruzó con la reflexión que yo hacía de la explosión de los movimientos sociales en 2001, cuando empezó el 1er gobierno de Piñera. Los temas ahí eran a nivel nacional.

– ¿Qué habías detectado en ella para querer documentarla cinematográficamente?

Primero que todo la posibilidad de contar una historia. Luego, la expresividad de los personajes centrales y de los rostros de otros asociados que representan Chile de norte a sur. Finalmente la sede, me pareció un espacio tremendamente expresivo en lo cinematográfico. Emergieron muchas posibilidades de conectar todo.

– ¿Cuánto tiempo estuviste registrando las actividades dentro de ella?

Entre cuatro y cinco años entre que los conocí y terminamos la película. No fueron cinco años de permanente rodaje, en este caso había que ir cada cierto tiempo, para que se pudiera construir la progresión de la historia, para poder reflejar al menos un período presidencial que representara el círculo del poder. También por falta de financiamiento, No accedimos a fondos para la producción. Trabajamos con un Corfo para desarrollo de proyectos, hicimos una campaña de crowfunding, todo un aprendizaje. Más tarde obtuvimos un fondo de post producción. Y un aspecto clave, es que contamos con un equipo de trabajo pequeñito, pero que trabaja tenazmente, de manera muy comprometida, sin nada a cambio más que su convicción. En eso nos parecemos mucho a los dirigentes de los árbitros amateur.

– ¿Cuánto te llevó la edición?

En el momento en que decidí no postular más a fondos de producción, nos arrojamos con un primer corte con la asistente de montaje. Eso fue a fines de 2016, cuando yo tenía un trabajo muy intenso pero estable y con buen sueldo. El corte nos permitió darnos cuenta de que teníamos película y pasamos a instancias de WIP. También a visionados con colegas de los que nos interesaba su feedback. Los primeros fueron sólo con mujeres. En mayo de 2017 renuncié a mi trabajo, entre otras cosas para dedicarme al montaje en un 100%. La joven asistente de montaje, Javiera Veloso, se convirtió en la montajista e hicimos el montaje juntas, con un diálogo super creativo y productivo, en tanto pertenecemos a generaciones super distintas. Refrescó sin duda la mirada. A finales de junio ya estuvimos ok para pasar a post de sonido e imagen. Es terminó a fines de septiembre, para hacer el estreno en Chile en la Competencia Oficial en el Festival Internacional de Cine de Valdivia.

– ¿Tuviste inconvenientes para poder filmar? ¿Hubo alguna discusión encuentro que te pidieron que no la registraras?

Ninguno afortunadamente. Ellos fueron muy generosos y me permitieron hacer el rodaje con paciencia y con transparencia respecto del tema que quería plantear a través de ellos.  Los visité mucho sin cámara. Para mi era importante que entiendan que ellos y su mundo me interesan más allá de su presencia frente a cámara e intento explicarles claramente cuál es el discurso y el punto de vista que tengo, de qué quiero hablar a través de ellos y de su trabajo. Y eso significa desnudarlos, mostrarlos en sus batallas pero también en sus fallos. No tuve ningún problema, absolutamente ninguno. No hubo vetos. Respecto del corte, tengo como política no mostrar los avances ni el offline final a los personajes, salvo que se diera una situación muy puntual que tuviera que ver con el respeto del personaje fuera del campo del film. Solo la situación curiosa: un integrante de la primera directiva, la que pierde al inicio de la película, que después no vimos mucho más en el rodaje, creyó y comentó que éramos espías del gobierno, de la institucionalidad deportiva a nivel nacional, pero fue anecdótico.

– ¿Qué dificultades te encontraste en el rodaje?

Lo fundamental fue la paciencia. Del equipo y mía sobre todo, porque no es un aspecto que forme parte de mi manera de ser. Aquellas asambleas, aunque sintetizadas en la película, dan cuenta de lo que ahí sucede, del retorno al punto de partida, de lo difícil que es ponerse de acuerdo. Para nosotros fueron agotadoras esas sesiones; podían partir a las 10 de la mañana y terminar a las 16. La mayoría del tiempo teníamos que estar de pie. Pero son situaciones que se ven en cualquier organización social, por eso le ha hecho sentido a espectadores que tienen que ver o les interesan esos temas. También lo fue la persistencia, momentos de desánimo ante la falta de recursos. Pero la magia del documental hizo que el trabajo de tantos años se convirtiera en una mejor historia. La película trasciende de manera importante el mundo del fútbol amateur.

– Esta es tu tercera película, ¿Te ha sido más fácil conseguir financiación para realizarla?

Así es, no tuvimos fondos para la producción, es decir, hicimos la película sin presupuesto para el rodaje. Solo obtuvimos un fondo para desarrollar el proyecto, la escritura del guión. Para terminar el rodaje decidimos hacer un crowfunding, una experiencia tremendamente exigente y agotadora, pero también logramos un poco de financiamiento. Y luego nos la jugamos con un corte para obtener fondos de post producción. Y los obtuvimos. Si no, me tiraba al río Mapocho. El “Gran Circo Pobre de Timoteo” tuvo un financiamiento más robusto y oportuno. Corfo para desarrollo de proyecto, Fondo para la producción y la post, y un pequeño aporte de Ibermedia ya que se trató de una copro con Argentina. Pero en Argentina no se logró levantar fondos. “Reinalda” fue una película sencilla.  La estrategia fue postular a las líneas de ópera prima y de producción de un mediometraje.  En esos años la línea de producción incluía la post. Desarrollamos el proyecto en  2015. El rodaje comenzó en enero de 2006 y en octubre de ese mismo año ya estábamos estrenando. Algo muy inusual en los procesos de un documental. Pero fue una película personal, más intuitiva, una suerte de vómito.

– ¿Cómo ves dentro del país el momento del cine? ¿Crees que es más hacia afuera el boom que realmente lo que se ve dentro de Chile?

El cine chileno, y por lejos el documental, va al alza. Hace años. Lo que se creyó ser un momento específico, tal vez una moda, finalmente se instaló para quedarse. Los documentales fuera de Chile tienen una recepción y una valoración increíbles. Siempre hay un chileno ganando premios en instancias de mercado (Pitching, WIPs) y en festivales importantes a nivel internacional. Sin ir más lejos una chilena, Joana Reposi, acaba de ganar el Docs in Progress el DocDM en Visions du Reel, uno de los Festivales más importantes a nivel mundial, con su proyecto sobre el escritor Pedro Lemebel. Acá no existe voluntad de difusión ni de distribución. Los grandes exhibidores, en bloque gremial, se llenan la boca diciendo que las películas chilenas no conectan con el público, como si ellos decidirán qué es lo que les gusta a los espectadores, antes de ver las películas. Pero los espectadores no tienen cómo saber si existen, si no están en la cartelera local. Los espectadores no van porque no saben. Y los medios tampoco ayudan mucho en eso, porque no hay valoración. Es una deuda del Estado generar más instancias de formación de público. Por eso optamos por circuitos alternativos como Miradoc, que permiten y logran amplificar y diversificar el público, con salas de Arica a Punta Arenas. En muchas ciudades no tienen salas de cine, pero ahí estamos. La otra iniciativa que está ayudando a potenciar esto, es la creación de la Red de Salas, un emprendimiento colectivo que se ha cohesionado de manera importante.  Lamentablemente la política pública respecto de la creación audiovisual se limita a fondos concursables con llamados anuales y con muy poco dinero. En proporción a las películas postuladas, se financian muy poquitas. Muchos proyectos obtienen puntajes altísimos, son bien evaluados, pero la plata no alcanza. Es decir, no hay políticas públicas integrales ni voluntad para trabajar en ellas.

– ¿Estás con algún nuevo proyecto?

Sí, trabajando en un guión sobre una película de personaje. Lamentablemente no puedo decir de quién se trata aún, pero es una historia ligada al poder judicial en Chile.

– ¿Quién te gustaría que se acerque a ver “La Directiva”?

Todos, por supuesto. La película hace sentido de distintas formas. Desde la anécdota del fútbol amateur, la conexión emotiva con el recuerdo de familiares mayores, la valoración de la organización social que está a la baja en Chile y el componente de la sátira política.

La Directiva

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Autor

Rolando Gallego

Colaborador de Cinemaboutique, periodista especializado en cine. Pueden leerlo en: http://www.escribiendocine.com y http://www.espectadoravezado.com.ar

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