«Me motivaba hacer un relato que se construyera a partir de la emoción»
Con sólo 27 años, llevaba 4 años viviendo fuera de Chile en Francia, un joven director viene a su país a realizar un documental para la televisión francesa, es así como Gonzalo Justiniano se acercó a la población La Victoria en los años ’80. El tema del documental era: “Chile a 10 años del golpe de estado: Pinochet’s Land”, «Después de entregar el registro en Francia, que sirvió para denunciar en el mundo lo que sucedía en Chile, decidí regresar e instalarme a grabar lo que pasaba en las poblaciones. Recuerdo con mucho afecto a los curas Dubois y Jarlan, quienes me acogieron y orientaron. El día que asesinaron a Jarlan yo estuve con él y mis imágenes sirvieron como prueba en el juicio que se realizó por su muerte».
Fue así, como años más tarde mientras observaba en una sala de proyección del Museo de la Memoria, las imágenes que filmo hace más de 30 años, que nace su nueva película «Cabros de Mierda».
Luego de un largo tiempo, Gonzalo Justiniano (¿Alguien ha visto a Lupita?, Lokas, B-Happy, Caluga o menta, Sussi) vuelve a la pantalla grande con una historia real llevada a la ficción, «Reencontrarme con esas imágenes fue para mí algo especial. No las había visto desde esa época, ya lejana. Obviamente, yo había cambiado y el país también».
El director chileno Gonzalo Justiniano, nació en Santiago, en 1955, es director de cine, productor y guionista chileno, realizó sus estudios de cine en la Universidad de París y en la Escuela de Cine Louis Lumiére, en Francia.
Dejó Chile en 1976, se radicó en París y regresó en 1983 para filmar para la televisión francesa que realizaba reportajes y documentales a propósito de los 10 años del Golpe de Estado. Sus registros documentales han sido de gran valor para recuperar la memoria histórica de esa época.
Su primer largometraje “Los hijos de la Guerra Fría” ganó el premio Forum Award del Festival de Berlin, como también el premio al mejor director en el Festival de Cine de Cartagena. Su siguiente película, “Sussi”, obtuvo un gran éxito de taquilla en Chile. Después vino la recordada “Caluga o menta” (1990); “Amnesia” (1994); “Historias de Sussi” Serie TVN (1997); “Tuve un sueño contigo” (1999); “El Leyton” (2002); “B-Happy” (2003); “Lokas” (2008) y “¿Alguien ha visto a Lupita?” (2012), la mayoría de ellas celebradas por la crítica internacional, exhibidas y premiadas en festivales de cine en Nueva York, Berlín, Toronto, Venecia y San Sebastián, entre otros.
En Chile, sus películas forman parte del imaginario colectivo. «Cabros de Mierda» viene a corroborar el interés del director por temas relativos a la memoria, su derecho a ella y su interés por Chile y la lucha por la defensa de los Derechos Humanos.
– ¿Cuál es tu desafío como director con «Cabros de Mierda»?
Me interesó hacer «Cabros de Mierda» como una forma de explorar la “gran historia“ del Chile de Pinochet que padeció mi generación y que fue también un pedazo importante de mi vida. Me motivaba hacer un relato que se construyera a partir de la emoción, que fuera más allá de los hechos y de la forma como comúnmente hemos conocido esa época. Las imágenes de archivo de la película las filmé yo mismo, o más bien la persona que era yo en ese entonces, y desde que las vi nuevamente después de más de 20 años gracias al Museo de La Memoria, empezó a rearmarse en mi mente el recuerdo del Chile de esa época, con todos sus códigos, la ‘normal /anormalidad” que imperaba.
Me pareció interesante realizar una ficción, basada libremente en la realidad, en la vida cotidiana de una mujer, joven, contradictoria, pícara y valiente, de la Población La Victoria. Hacer que el espectador se acerque a ese momento histórico que llamamos “dictadura”, a partir de ella y las pequeñas historias de su barrio.
Pensé que era importante mostrar fragmentos olvidados del proceso de la recuperación de la democracia, ligado siempre a la violación sistemática de los derechos humanos. Quise acercarme al tema sin apuro, pero de forma directa. Se trataba de poder rescatar a tantos y tantas, al menos por un instante, de ese abismo que llamamos el olvido. Defender ese proceso natural, inherente al ser humano y a toda sociedad que se respete a sí misma, que comúnmente llamamos “LA MEMORIA”. Vencer a los enemigos de ella y sus cómplices, quienes la combaten pues le temen de forma obsesiva y enfermiza.
– ¿Cuál es tu motivación?
Me interesa aprovechar la capacidad que tiene el cine como lenguaje de transmitir y comunicar, no solamente hechos, sucesos, sino también emociones. Explorar desde ese lugar nuestra historia reciente.
Leí una vez un artículo de un periodista alemán, que era una reflexión que hacía 60 años después del nazismo, que pensé era interesante a analizar y tener presente bajo nuestra realidad, en resumen era: “¿Por qué hay gente y grupos de poder que tienen tanto problema con la memoria?“ en Italia, en España. Y “¿Qué hacemos con su trauma? ¿Cómo una sociedad enfrenta a quienes estigmatizan la capacidad e importancia que tiene para el ser humano recordar?”.
– ¿Por qué Gladys?
Este guión lo hice desde la perspectiva de Gladys, testimonio de una mujer sencilla, que como muchas mujeres de esa época, no sólo sacaban adelante sus familias sino que también, sin esperar nada de nadie, emergieron en medio del contexto de un Chile muy golpeado y enfrentaron las dificultades con un sentimiento de solidaridad ejemplar. Quiero hablar y rescatar ese Chile, esa cotidianidad que transcurría, con situaciones extremas inimaginables en el contexto actual. Como el recuerdo que tengo de la mirada de un niño, que en medio de la oscuridad de un pasaje de la población, al finalizar una jornada de protesta, ayudé a transportar en mis brazos a una furgoneta. Tenía bajo su hombro un hoyito, por el cual caían gotas de sangre.
«Cabros de mierda» va tener su estreno en SANFIC 13 y llega a salas el 24 de agosto.
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