Por Karla Monge @karlamonge
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Del lat. Avernus, -i.
- m. poét. infierno (‖ lugar de castigo eterno).
- m. Mit. infierno (‖ lugar que habitan los espíritus de los muertos).
De la actualidad al inframundo, del ahora a la atemporalidad onírica, de la realidad a la fantasía surrealista, cargada de metáfora y simbología. A ese universo nos lleva en su séptima película el director y guionista boliviano, Marcos Loayza, quien se inspiró en la cosmovisión Aimara para proponer, a su manera, un viaje al Manqha Pacha, marcado por el misterio y la bohemia de una noche en La Paz.
Tupah (interpretado por Paolo Vargas), es un joven lustrabotas de 18 años que vive junto a su familia en la ciudad de El Alto. Debido a su necesidad, acepta buscar a su tío, un músico a quien necesitan para tocar en el funeral de un importante hombre local. En la búsqueda de un lugar llamado Averno, Tupah se adentra en una aventura marcada por un mundo fantástico, donde conviven vivos y muertos, una maravillosa mezcla con la mitología andina, en donde se da vida a seres tradicionales de la cultura Boliviana como anchanchos, lari laris, y kusillos.
Este viaje por La Paz también repasa las propias carencias de Tupah, las que al principio están marcadas por un tema económico y luego por su propia familia y su pasado, los recuerdos de su tío y posteriormente la necesidad de encontrarlo como un reto personal, porque a pesar de en un principio verse temeroso cuando estos seres fabulosos se hacen patente, y en mayor medida cuando ladrones comunes lo persiguen, se lanza decidido a rescatarlo como sea, enfrentándose a sus propios miedos.
Averno es una historia de un realismo mágico monumental, una película cargada de simbolismos que parte ambientada desde la actualidad, por un laberinto que recorre los bares y el ambiente nocturno, mientras va descubriendo el mundo de abajo que no se refiere estrictamente al infierno, si no más bien ese ensueño Aimara referente al Mankapacha (Manqha Pacha), un mundo paralelo de donde vienen sus creencias.
Una fascinante apuesta y propuesta audiovisual que demoró 10 años en concretarse y que dio vida de manera muy valiente y honesta, a un género poco visto en el cine latinoamericano. Una historia que si bien toma como escenario a una ciudad capital, la modifica, transforma esos lugares comunes o recurrentes y los utiliza a sus anchas, trasfigurando cada espacio, demostrando trabajo en cada detalle y haciendo de esta historia local, muy local, en una leyenda que puede pasar en cualquier parte del mundo.
Averno es una obra que demuestra un trabajo de diseño de producción enorme, que contó con 500 personas trabajando en su realización y que se logró gracias a la unión de esfuerzos de coproducción con Uruguay, el apoyo de Ibermedia, un premio municipal de un fondo cinematográfico de la Alcaldía de La Paz, la Embajada de Suiza, del Banco Fortaleza, de la línea área Amazonas y la Cervecería Boliviana Nacional, además de amigos que invirtieron en el proyecto por su potencial. Una apuesta que la llevó a ser reconocida como la Mejor Película Latinoamericana en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente, 2018 (BAFICI); Mejor Fotografía y el Premio Especial del Jurado en la 46ª versión del Festival Internacional de Cine de Gramado, Brasil; y aún le queda un amplio recorrido festivalero.
*Fotos gentileza de almafilms.net
País: Bolivia.
Año: 2018.
Director: Marcos Loayza.
Elenco: Paolo Vargas, Leonel Fransezze, Fred Núñez, Patricia García, Adolfo Paco, Sidney Sánchez, Franco Miranda, Raúl Beltrán, Rosa Ríos, Miguel Estellano, Álvaro Gonzáles, Percy Jiménez, Luigi Antezana, Freddy Chipana, Alejandro Marañón, y Marcelo Bazán.
Duración: 87 minutos.
Género: Fantasía (Dicen también que es una comedia).